Tips
- El virus del HPV es un germen de muy elevada contagiosidad y su contacto con el área genital se produce en casi todos los individuos sexualmente activos. A pesar de esto solo una minoría de pacientes presentará alguna manifestación clínica, gracias al importante papel desempeñado por nuestro sistema inmunitario.
- Una de las consecuencias más severas de la infección por HPV, es el cáncer de cuello de útero, el que es asintomático durante la mayor parte de su evolución, por lo que la participación de la paciente en los programas de tamizaje es fundamental para su diagnóstico y tratamiento oportuno.
- Existen varias medidas preventivas para disminuir las posibilidades de contacto o infección, siendo la vacunación una de las más novedosas y prometedoras.
El virus del papiloma humano (HPV) es un virus de muy fácil transmisión. Casi siempre se adquiere durante las relaciones sexuales, y hoy constituye el germen de transmisión sexual más frecuente. Este virus suele contaminar a la pareja en todo tipo de prácticas sexuales, ya que solo son necesarios los contactos piel con piel para que se produzca la transmisión infectiva.
Existen más de 100 tipos diferentes de virus de HPV y 40 aproximadamente, afectan al tracto genital, de todos ellos, tan solo una minoría presentan riesgos oncogénicos para el paciente. Es importante aclarar que las siglas similares de este virus (HPV) deben distinguirse del HIV (SIDA), porque no son los mismos virus, y cada uno de ellos produce enfermedades totalmente diferentes.
Se conoce que entre la mitad a las dos terceras partes de los adultos sexualmente activos, se han puesto en contacto directo con el virus en algún momento de sus vidas, pero solo una minoría de mujeres, alrededor de un 5% desarrollarán una alteración del Papanicolau y tan solo una pequeña proporción desarrollará un cáncer en el cuello uterino. Por lo tanto la mayoría de las personas que adquieren el virus nunca se enterarán de su presencia y contacto.
Este virus se relaciona también en una pequeña proporción de las pacientes, con la formación de verrugas genitales, las cuales son desarrolladas por serotipos del virus diferentes a los asociados con lesiones del cuello uterino. En general como la infección puede haberse producido varios años atrás, no es posible reconocer con exactitud como ni cuando se produjo la transmisión, y por ser esta tan frecuente, sería más recomendable enfocar los esfuerzos en completar el diagnóstico.
¿Qué ocurre luego de adquirir la infección?
Como se mencionó, la mayoría de los pacientes no desarrolla ningún problema de salud, y en casi el 90% de los casos su sistema inmune eliminará naturalmente el virus. En una minoría de afectados pueden producirse lesiones clínicamente evidentes como las verrugas genitales o lesiones asintomáticas como las precursoras de algunos cánceres del tracto genital, para las que están dirigidas la mayoría de los programas de detección precoz, ya que no existe manera de predecir cuales de las personas infectadas llegará a desarrollar problemas serios de salud.
- Verrugas genitales: Las mismas se presentan como pequeñas lesiones sobreelevadas en el área genital en número y extensiones variables, que en general tienen una superficie irregular. Estas pueden producirse aún si la pareja sexual no presenta evidencia de las lesiones. Si bien estas no se relacionan con el desarrollo de cáncer genital, y aunque existe posibilidad que curen espontáneamente, al tener una elevada contagiosidad, generan la necesidad de tratamiento.
- Cáncer de cuello uterino: Al ser asintomático durante la mayor parte de su evolución, es importante que la paciente participe de los programas de tamizaje y diagnóstico precoz.
- Otras neoplasias genitales: Como las lesiones en vulva o en vagina.
Video explicativo sintético de la infección de HPV
¿Existe alguna prueba para detectar HPV?
Si, existen diferentes pruebas disponibles que permiten evaluar directamente la presencia del virus o sospecharla por medio de algunos tests indirectos. Entre las pruebas directas existe una específica que detecta las partículas del virus en el aparato genital femenino, pero es muy costosa y no está ampliamente disponible.
Un subgrupo de mujeres se beneficiaría realizando esta prueba. Cabe citar aquellas con algunas anormalidades en su Papanicolau, o quienes ya recibieron algunos tratamientos para lesiones del cuello uterino, o como una prueba auxiliar a las de tamizaje habitual. Si bien existe evidencia del uso rutinario de esta prueba, no existen recomendaciones claras al respecto, y la alta frecuencia de la infección en ciertos grupos como los adolescentes, hace pensar que sería más apropiado evaluar si existe alguna consecuencia de la infección más que encontrar la presencia del virus en sí, ya que la mayoría de las infecciones iniciales se resolverán espontáneamente.
En este contexto las pruebas indirectas tienen su mayor utilidad, tanto por estar ampliamente disponibles, como también porque se dirigen a detectar a la minoría de pacientes que desarrollan alguna alteración por la presencia del virus. Entre ellas podemos mencionar la prueba de Papanicolau, que detecta anormalidades celulares causadas por la infección del virus del HPV.
¿Puede prevenirse la infección?
Existen algunas herramientas preventivas útiles, tanto para evitar el contacto como sus consecuencias:
- Vacuna contra el HPV: Hay disponibles en el mercado dos tipos de vacunas destinadas a proteger al individuo contra la exposición al virus. La población ideal para aplicar la vacunación son las niñas que aún no iniciaron su actividad sexual, vale decir entre 11 y 13 años de edad, aunque también puede administrarse a mujeres de hasta 26 años que hayan iniciado su actividad sexual, explicándoles que la efectividad será menor en este grupo.
- Preservativo: Si bien no brinda una protección absoluta, es un excelente medio de protección mientras sea utilizado correctamente. El mismo no sol disminuye las posibilidades de adquirir la infección, también disminuye las chances de desarrollar enfermedades relacionadas con el HPV.
- Limitar el número de parejas sexuales: Parece también una estrategia adecuada, pero sabiendo que aún teniendo un solo compañero sexual es posible adquirir la infección.

¿Existe algún tratamiento para la infección?
Los tratamientos disponibles no se dirigen a tratar el virus en sí, si no sus consecuencias. Por esto, los pacientes siempre deben continuar sus controles de rutina, ya que el virus persiste en el aparato genital femenino pudiendo manifestarse aún luego de los tratamientos. Los tratamientos varían según las lesiones desarrolladas, su ubicación y las características del paciente. Varían desde el simple control hasta pequeñas cirugías. Como ya dijimos las verrugas genitales en general se tratan por su elevada contagiosidad.
Los datos contenidos en la presente nota son brindados a título meramente informativo, y están dirigidos para nuestras pacientes. Esta información no reemplaza de ninguna manera la consulta con su médico de cabecera, ante cualquier duda consulte con el mismo.