Este estudio consiste en realizar un examen radiográfico de las mamas de la paciente, durante el cual se expone a las mismas a una muy pequeña dosis de radiación.
La Organización Mundial de la Salud recomienda la realización periódica de este estudio, ya que logra disminuir la mortalidad significativamente. Las recomendaciones actuales suministradas por la Sociedad Argentina de Mastología, indican iniciar el control mamográfico anual a partir de los 40 años de edad o a los 35 años en pacientes con riesgo aumentado, como una condición optima para iniciar el control.
El límite de edad mencionado surge de la combinación de dos factores, uno es la menor incidencia de la enfermedad cuanto más joven es la paciente, y el otro es la menor capacidad diagnóstica de la mamografía en mujeres antes de la menopausia por la mayor densidad del tejido mamario.
Durante la misma, primero se evaluarán los antecedentes de la paciente por medio de un interrogatorio dirigido a los aspectos relevantes sobre el tema, incluyendo la historia de estudios previos, que siempre deberán ser aportados antes de este estudio. Posteriormente la mujer que realiza el estudio colocará sus senos en placas del equipo de mamografía para obtener dos diferentes proyecciones de cada mama.
Durante el examen la mama es comprimida con el fin de optimizar los resultados del estudio, generando esta compresión cierto disconfort a la paciente e incluso un leve dolor en algunos casos.
Posteriormente, las imágenes son evaluadas por un especialista en imágenes mamarias quién caracterizará los hallazgos, y evaluará la necesidad de estudios adicionales.
La realización de estudios adicionales, no siempre implica que haya algún hallazgo anormal, todo lo contrario, ya que la evidencia existente indica que solo una minoría de estas pacientes en realidad tendrá un cáncer de mama.
Por ejemplo, una de las situaciones más frecuentes de evaluación adicional, se produce durante las primeras mamografías que realiza la paciente o las mamografías realizadas en mujeres jóvenes. Esto se puede deber, ya sea a que las características del tejido no permiten a la mamografía evaluar correctamente la mama, o a que la ausencia de mamografías previas no posibilita asegurar si algún hallazgo cambió en sus características anteriores.

Los estudios adicionales pueden incluir otras mamografías, una ecografía e incluso la realización de una biopsia con aguja. Debe considerarse que en este último caso, la paciente puede estar ante un hallazgo benigno. O sea la finalidad de los estudios adicionales no es más que la de ayudar al imagenólogo a realizar una evaluación lo más precisa posible del tejido mamario.